Sustitutos

Pancho tendría algunos meses cuando murió. Buen pez, su único error fue caer en la pecera de una niña de 3 años. ¿Qué podía hacer por el pobre animal además de atiborrarle la pecera con alimento, lo necesitara o no? De todos modos me gustaba decir que tenía una mascota, mi remedo de perro.

Como sea, Pancho flotó. Mis papás primerizos sin saber cómo explicármelo y con el temor de que sufriera una crisis nerviosa por la muerte del pez, me ocultaron la noticia. Y no sólo eso, me inventaron que habían mandado a Pancho a la oficina de mi abuelo para que lo acompañara.



Ese, señores, es el problema de subestimar la memoria de un niño. En contadas ocasiones fui a la oficina de mi abuelo, pero esa vez coincidió. No pasaron ni dos semanas cuando coincidió una visita a su trabajo:

-¿Y Pancho?- pregunté con la lógica preocupación de una dueña que llevaba días sin saber nada de su mascota.

Según cuentan mis papás, tuvieron que confesarlo todo. Pancho estaba muerto y dicen que le lloré al tal pez. Para sustituir la pérdida me compraron otro y le pusieron el mismo nombre.

El asunto es que después del pescado, no me tocaron más muertes que la de mis abuelos, pero de eso ya había pasado un buen rato, por lo menos 12 años.

Hace unas semanas murió mi abuela y por primera vez fui al velorio de alguien que me importa. Estuvo feo. Lloré, la extrañé, pero luego quedé tranquila. Me acordé de Pancho y agradecí que mis papás, esta vez, tuvieron la gentileza de no conseguir una réplica de la abuela, ni de echarme mentiras.

Hoy habría cumplido 85 años.


Sobre la escritura y los abrelatas

¿Para qué tender la cama, si de todos modos se estropeará más tarde, al dormir? ¿Para qué vivir si luego hay que morir? ¿Para qué escribir? Como si todo en el mundo tuviera una explicación. De hecho, de lo poco con misiones claras en la vida, con propósitos indiscutibles desde su concepción, es el abrelatas. Pero amar, llorar, abrazar, eructar o escribir (entre tantísimas cosas más) no se limitan a abrir cuanto enlatado le pongan en frente.

Escribir actas para unir y desunir parejas, para constatar que alguien nació o murió. Escribir constituciones para normar conductas. Escribir novelas y cuentos para regalar más vidas a sus lectores. Escribir para los periódicos que maduran aguacates. Escribir con faltas de ortografía para infartar a exquisitos que las detectan. Escribir en la pared para “putos que lo lean”. Escribir recados para que no se olvide pasar por la ropa a la tintorería, también para enlistar el mandado que hace falta.

Para ser francos, lo único que le quita el sentido a escribir es el analfabetismo, verdadero cáncer de la escritura que de expandirse significaría la muerte de las palabras, de la forma más exacta para comunicarse. No por nada la escritura significó el inicio de la historia de la humanidad, sin ella sería el fin de la misma.

Es cierto, nada quedará. Pero si desde ya dejamos de hacer todo, y nos rehusamos a dormir, a despertar; a sonreír, llorar, comer, beber, respirar. Si en ese momento y con la idea de que todo terminará, no volvemos a escribir o abrir una sola lata, nada más quedaría en ese preciso instante. ¿Para qué adelantarnos si de todas formas, en los últimos años, se le ha metido velocidad al asunto?

Escribir es para casi todo, excepto para abrir latas. Y menos desde que la mayoría viene con abrefácil.


Ya vendrá la mía

Quien sabe qué karma pagué el fin de semana.

Todo empezó el jueves, cuando mi jefa me marcó para avisarme que el domingo transmitiríamos desde la Feria del libro. Se tomó unos momentos, dejó que me emocionará, y luego me aclaró que yo no estaba incluida, que me necesitaba en las oficinas.

So sad.

Al día siguiente me llamó para saber si era posible que me quedara, también, para el programa de la tarde. Lo pensé un momento y, hasta eso, acepté muy convencida. Así que me programé para una jornada maratónica de 11 de la mañana a 8 de la noche.... en domingo.

Mneee no estuvo tan mal, me divertí y todo. Hasta que llegó la hora de la comida y yo fallecía de hambre.

Güeys, mi papá me dio un billete falso:

Pero falso falsísimo. Hasta la Sor Juana me ve con cara de "qué pendeja".

Ya lo ven, hoy en día no se puede confiar en nadie. Luego los Reyes Magos regalarán piratería y el Ratón de los Dientes lavará dinero. Además, el señor al que le iba a pagar con el billete falso me miró como si fuera El Chapo Guzmán o algún criminal por el estilo.

¿Pero saben qué? "YO CULPO A LOS MEDIOS MASIVOS DE COMUNICACIÓN". ¿Ya vieron los anuncios? Deberían de hacerlo con alguna cancioncita... "♪ si es ceroseis... renueva, si es ceroseis, renueva ♫". No que:


Revisa los elementos de seguridad que cambian de color, párate en una pierna y mira el billete guiñando el ojo, échale baba, asegúrate de que Sor Juana salude al sacudirlo, ponlo a baño María, déjalo reposar por una noche, mantenlo en refrigeración después de abrirlo, etc, etc, etc...



¡aburrido!



Y bueno, mis únicas posesiones hasta el momento eran mis 200 pesos de a mentiras y un hambre feroz. Pero en eso, que me encuentro una moneda en la bolsa del pantalón: DIEZ PESOTES.


Una vez más, los Churrumais con Limoncito salvaron la tarde.

Luego llegó El Novio y nos fuimos a comer algo sano (¿topan Green Grass? si no, vayan orita mismo). Ah sí, nadie en la oficina me podía prestar dinero porque... básicamente TODOS ESTABAN EN LA FERIA DEL LIBRO.

Pero ya vendrá la mía.

Antes de pasar a mi tragedia del fin de semana

Intento publicar un post trágico pero no se deja. Trabajaré en ello, pero mientras tanto, les traigo novedades. Novedades sobre mí, ¿eh? Ni crean que conseguí alguna exclusividad con alguien bien acá o algo así. Aquí nomás soy yo, ya saben.

Hacerle de Godinez ahí en la estación de radio al fin rinde frutos. Siguen sin pagarme, esa es la parte mala. Nomaca... año y medio y yo no he visto ni un centavo, de hecho ya padezco un déficit extremo por pagar cada fin de semana 140 pesos por las horas en el estacionamiento. Hubo un tiempo que me dejaron meter el auto a las oficinas, pero ya no... que nada más es para locutores, infelices.

En ese sentido, le compro el discurso a mi papá: "te pagan con aprendizaje". Ta bien. Aparte ya vi dónde puedo dejar el coche en la calle, y como ya tiene sus años, yo digo que los rateros preferirán algún modelito más nuevo y me dejarán en paz.

Como les decía, mi tiempo de meritoria y mis horas pegada a la compu han dado resultado. La conductora de los domingos quiso abrir su cuenta en Twitter, pero no le sabe nada. Ya saben, "el periodista y sus radioescuchas", "soy cool", "tengo Twitter", y así.

Me pidió que le echara la mano con eso y así fue. Total que se emocionó y me preguntó si me gustaba "lo de las redes sociales", le dije que sí y me propuso un segmento en el programa. Zaz... ya "hablo en la radio".

Desde hace tres o cuatro fines de semana ahí ando. Hablo de tecnología, gadgets y "cosas de internet". Me gusta un chorro sentarme en el estudio frente al micrófono. El primer domingo casi me hago pipí, el segundo sentí que dije pura mamada, pero conforme pasan los programas siento que agarro más confianza. La conductora dice que me escucho bien, sólo que me falta "punch". Estemmm... veré de dónde lo saco para el próximo fin.

Nunca pensé en serio en dedicarme a la radio. Me gusta montones escucharla y a eso jugaba de niña. Es más, hace unos años encontré los cassettes de mis programas. Qué oso, we. A ver qué más sale de esto.

Otra cosa: ya estoy viendo qué con la tesis (tesis, tesis, tesis.....). Entonces, así es como funciona, según veo: un día por ahí de segundo semestre abro este blog para quejarme y burlarme de la vida, y al otro, ya les cuento de mi tesis (tesis, tesis, tesis.....).

No, no estoy llorando, se me metió una basurita al ojo.

Escenitas de San Valentín

Pelear con la pareja en San Valentín, para algunos, es como iniciar una guerra en Navidad, como morir en año nuevo, como comer hot dogs un 15 de septiembre. Un rincón del segundo piso en Centro Coyoacán, hace discreto el dramón. Sin embargo, la gente que pasa voltea de reojo, como quien mira a una señora que amamanta en público.

Tienen cuando mucho veinte años. Se trata de una de esas parejas que lo mismo pueden pasar como hermanos: delgados, altos, relamidos y de lentes. Él reclama enojado y ella escucha entre llantos y mocos. La joven hace dos intentos hipócritas de abandonar la escena, pero su acompañante la sienta fácilmente de un jalón y continúa el pleito.

Mientra tanto, atado a la mano de ella, un gran globo rojo con forma de corazón y la frase “Te quiero”. Un policía atestigua la escena con atención.

Finalmente, él se va. Ella simula tranquilidad pero apresura el paso atrás de él, con más llanto y más mocos. Salen de la escena.

En San Valentín nadie se viste de rojo por casualidad, menos aún en ambientes como los de un centro comercial. Los atuendos de este color abundan en la plaza que luce desairada “por la crisis, en diciembre yo me acuerdo que se veía más llena”, opina Moisés Reyes de camisa roja: “me vestí igual que mi esposa para celebrar, vinimos a comer”.

Sofía, Ruth, Karen, Paola y Andrea celebraron el día de la amistad. Ninguna, excepto Karen, tiene novio. Todas llevan una bolsa con el regalo de su intercambio: “gastamos más o menos 150 pesos, pero lo que cuenta es el detalle, el día del amor y la amistad se festeja todos los días”, señala Paola.

A sus 18 años “les pesa” no tener novio en estas épocas: “por una parte dices ‘pues sí hace falta’, pero con tus amigas se compensa”. El resto del día lo pasarán las cinco amigas con el novio de Karen, a quien esperan: “se nos pegó, ya ni modo”.

Al recorrer la plaza se escuchan boleros, un trío fue contratado por Centro Coyoacán para amenizar el día. Lo mismo una botarga de corazón, para la cual se forma una fila de parejas que desean ser fotografiadas junto al monigote, aunque sea, con las cámaras de sus celulares.

En una de las entradas se puede ver a la pareja de delgados, altos, relamidos y de lentes, esta vez reconciliados y abrazados. El gran globo rojo con forma de corazón que decía “Te quiero”, permanecía atado a la mano de ella, pero esta vez, también con un tulipán anaranjado.

"Sin ofender"

Ya sólo nos queda una semana de vacaciones, muchachos. ¿Y qué hice mientras tanto? Postear no, leer todo lo quería tampoco (es más, ni leí), no pinté mi cuarto (otra vez), ni si quiera lo ordené. Lo bueno fue que no hice propósitos vacacionales para no tener que incumplirlos.

Lo que sí hice, fue ganar 32 seguidores en mi blog:


...excelente

También gané haters.


Ni modo, el precio de la fama... y mis políticas al respecto, son las siguientes: si me dejan un mensaje donde me insulten, lo borraré. No, no tolero que la gente venga a mi blog... que es como mi casa, a poner pendejadas con faltas de ortografía.

Pueden venir e insultar mis dedos feos, me da igual, yo lo hice primero; o si les da la gana escribir que mis posts son una porquería... adelante, a veces coincidiré. Lo que no pueden hacer, es dejarme cosas que me denigren, que denigrarían a cualquiera, pues.

¿Qué quiero decir con eso? Que de antemano chinguen a su madre si vienen a mentármela. Borraré sus comentarios porque soy una dictadora y ustedes, haters, unos cretinos. Si los demás lectores se ofenden con esto, pueden dejar de leerme y consultar el blog de Loret de Mola o de otros bloguers más fresh que gusten de ser insultados.

Si quieren opinar, bien o mal, sobre lo que escribo... adelante, aquí se queda. Si creen que borraré comentarios incómodos y que confrontan mi trabajo, entonces aún no me conocen suficiente: ...su pedo.

Bueno, advertidos están. Ya me enojé, regreso al rato.

El dedo más feo del mundo

Luego de varios comparativos, burlas y, sobre todo, tiempo de sobra para notarlo, se supo que este es el dedo más feo del mundo. Un callo, la uña mal cortada, panzón y percudidito.




Ah sí, también tiene un lunar bastante antiestético, y por si fuera poco, se encuentra en una posición francamente obscena. Pobre...




Sirve y todo. Pero en todo caso, lo feo del dedo más feo del mundo es que está en mi mano.

Acerca de mí

Mi foto
Me gusta morder a mis seres queridos. Tiendo a abusar de los paréntesis y puntos suspensivos. No importa cuánto lo intente, no puedo dormir antes de las 12.

Yerba mala nunca muere

Pura celebridad