La tarea de mi vida

No estaba muerta... andaba de parranda, ah no... ¿verdad? sorry, seguro que jajaja a nadie le importó mucho mi prolongada usencia, de todos modos me disculpo con cualquier alma perdida que haya frecuentado, aunque sea por error, este humilde blog: ¡ya volví!

...o más o menos, en vista de que he estado carente de tiempo haré una pequeña estafa aquí y publicaré un trabajo que me encontré hoy mientras rescataba trabajos del semestre pasado. Esto fue lo primero que escribí para la clase de Taller de Expresión Oral y Escrita, y así la titulé "La tarea de mi vida": enjoy it!



Cosidero que escribir sobre la vida de uno mismo ya resulta de por sí presuntuoso, pero aún más hacerlo en primera persona. Sin embargo, ya que se trata de una tarea, y no quisiera empezar este curso con el pie equivocado, advierto que escribiré contra mi voluntad sobre una vida: la mía y que curiosamente fue así como comenzó, contra mi voluntad. Pero en realidad es así como todas inician, y aclaro esto último en caso de que la línea anterior se preste a una terrible malinterpetación y quede ante ustedes como una trastornada o algo similar (por aquello de no querer nacer).

Ahora bien, si he de comenzar pienso que, como siempre, lo más pertinente es hacerlo por el inicio y si mis cálculos no fallan esto fue nueve meses antes de un 15 de septiembre, allá en el año de 1987; cuando mis padres, según cuentan, tuvieron siempre en sus planes traer al mundo a más de una criatura. Y como ellos son gente que cumple lo que se propone hicieron lo que biológicamente dos seres humanos deben hacer, y me engendraron en el mes de diciembre o quizá enero. Honestamente y por el bien de mi estabilidad emocional (e incluso de la suya propia), no cuestionaré a mis progenitores sobre los datos específicos de aquel afortunado encuentro del que fui producto y mejor iré a lo que sigue. Así pues, en la madrugada del 15 de septiembre de hace dieciocho años nací en el Hospital Santa Fe de esta Ciudad, pesando quiénsabecuántos kilos y midiendo unostantos centímetros.

Y así transcurrieron los primeros dos años de mi vida, como la de cualquier hija única de cualquier matrimonio joven. Con un papá abogado y una madre entregada al hogar. Luego, un 1 de diciembre, nació mi primer hermano: Carlos, quien lleva el mismo nombre de mi padre. Y ya que toco el tema de los nombres quizá sea oportuno contar brevemente la razón del mío. Cora, según mi mamá terminó siendo un apócope de “corazón” con el cual la apodaban desde niña y le pareció (aún no sé por qué) un buen detalle de su parte nombrarme así: con su apodo. Tras el nacimiento de mi hermano, unos años más tarde vino mi arribo al suburbio sureño de la ciudad de México llamado Villa Coapa prácticamente he vivido en este barrio toda mi vida, exceptuando dos años en los que radiqué al norte del país en Monterrey, Nuevo León. Cuatro años después del nacimiento de mi hermano llegó a la familia mi hermana Cecilia, seis años menor que yo. Considero que mi relación con todos los miembros de mi familia, si bien no es ejemplar, puedo asegurarles que la convivencia es grata y el apego que mis padres nos han fomentado ha sido muy importante en mi formación como persona.

Pasando a otro tema de gran relevancia, el recorrido que he experimentado por diversas escuelas ha sido razón de mi plural formación como estudiante, cada una fue sin lugar a duda enriquecedora. Mi vida escolar inició a los reglamentarios 3 años de edad en el jardín de niños de un colegio bicultural en el que tuve la suerte de pasar varios años de mi vida, pero la tuve aún más al salir de ahí. En dicha institución aprendí algo menos que lo elemental del idioma japonés del que actualmente escasos vestigios quedan en mi mente. Posterior a eso, en la secundaria, por motivos de trabajo mi papá fue enviado a la ciudad de Monterrey y nosotros, claro está, fuimos con él. Pasé dos inigualables años en dicha ciudad, donde estudié en una escuela muy diferente a lo que estuve siempre acostumbrada, se trataba de un plantel religioso con todo lo que esto implicaba. Pero eso sí, mixto; ahí cursé parte de la secundaria y luego tuve que volver al Distrito Federal donde readaptarme fue increíblemente más difícil de lo que pensé. Vivir en Monterrey enriqueció mi experiencia de vida y tuve la oportunidad de conocer otra realidad, otro modo de vida, y por supuesto a mucha gente valiosa. De regreso en la capital, me rehusé terminantemente a la idea de volver al colegio japonés por lo que busqué otras alternativas donde terminar mi secundaria y cursar el bachillerato. Afortunadamente y casi por casualidad fui a dar al Colegio Madrid, de donde me siento hija adoptiva, pues el cariño que le tomé a esta institución fue como el de cualquier alumno que hubiese pasado todos su días ahí. Graduada hace unos meses y con gran satisfacción tuve la invaluable oportunidad de ingresar a la Universidad Nacional Autónoma de México en la carrera de Ciencias de la Comunicación. La cual, por cierto, no fue siempre mi primera opción pues toda la vida creí que sería abogada hasta que con desencanto entendí que el derecho implica para mí, el encierro en cuatro paredes mismas que a la larga terminarían volviéndome una persona frustrada.

¿Ya lo ven? Así pasa cuando uno habla de sí mismo. Sin darse cuenta se va terminando la primer cuartilla y queda la sensación de haber dejado pasar una cantidad descomunal de recuerdos y vivencias tan importantes para el escritor pero posiblemente tan irrelevantes como el resto del texto para el lector. De hecho, ahora que lo pienso, para estar tan desencantada con la idea de la autobiografía creo que ya he escrito demasiado. Qué vergüenza.

Finalmente, hablando de una vida inconclusa como la mía, a la que (espero) le falte un largo tramo por recorrer, me gustaría compartir con ustedes mis expectativas sobre el futuro. De acuerdo a lo planeado, en un par de años nada me haría más feliz que ejercer la profesión que hoy en día emprendo en la universidad, quizá viviendo en una ciudad como Buenos Aires y claro, estudiando alguna maestría. ¿Matrimonio e hijos? Sí están en mis planes, sin embargo, se me dificulta mucho más pensar ahora en eso, pues al menos creo que pasarán diez años antes de que considere seriamente unir mi vida a la de alguien y dar vida a alguien más.

Es así, como concluyo con algo de culpa (por no haber mencionado nunca a mi perro) lo que desde mi punto de vista ha sido mi propia vida. Una como cualquiera y sin nada muy extraordinario, pero claro, trato de disfrutarla tanto como terminé haciendo con este trabajo.

¡¡aplausos para los ganadores que llegaron hasta acá!! mi respeto y sobre todo, mi agradecimiento. Los 'veo' pronto. He ahí mi trancisión en 19 años:






1 comentarios floripondios:

Rous dijo...

Sabes cors escribir una autobiografía no me parece prentensioso, publicarla si! jajja no te creas. En realidad lo que te quería decir es que todos tenemos algo que contar y eso es lo rico de conocer a nuevas personas, ver que cada una tiene una historia completamente diferente. Tengo el gusto de conocer tu historia más a detalle y creo que hay muchas cosas más de las cuales hablar además de tu trayectoria escolar, pero es un buen comienzo para cuando seas una periodista famosa que, finalmente, escriba su autobiografía pro voluntad propia.

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